lunes, 21 de octubre de 2024

Reflexión : Primera clase “Abrir Moldes” y Árbol de la Inclusión.

 








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Durante nuestra primera clase, las profesoras  nos presentaron la metodología de la materia y nos hablaron sobre los emocionantes proyectos que nos esperan. Luego, nos sumergimos en una reflexión sobre el video "Cartoons for Child Rights: Freedom from Discrimination" de UNICEF. En él, vimos varias piezas que intentaban encajar en un molde. Sin embargo, una de ellas no encajaba del todo bien, así que decidieron abrir el molde para que la pieza pudiera entrar sin problemas.

Esta imagen me hizo pensar en el papel que desempeñamos en la escuela. Así como el molde debe adaptarse para permitir que la pieza encaje, nosotros, como educadores, debemos abrirnos y flexibilidad a los estudiantes. No se trata de hacer que todos se ajusten a un mismo molde, sino de crear un espacio donde cada uno pueda aprender y crecer a su manera. ¡Es como abrir la pelota del aprendizaje para que todos puedan jugar!
En resumen, esta clase me recordó que nuestra misión,  mi misión como profesora es facilitar el aprendizaje, permitiendo que cada estudiante encuentre su lugar en el mundo educativo.

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Hoy, al mirar el Árbol de Inclusión que construimos en clase, me invadió una sensación de orgullo y gratitud. Cada uno de los integrantes de mi grupo puso su toque personal en ese árbol, dibujando y escribiendo sus pensamientos sobre lo que significa incluir a los demás. El árbol no era solo un dibujo en papel, era un reflejo de lo que aprendemos a diario: que somos diferentes, sí, pero esas diferencias son lo que nos hace fuertes. En ese espacio, compartimos lo que pensamos sobre el respeto, la amabilidad y la solidaridad, creando un entorno lleno de confianza y apoyo mutuo.

Como docente, este proyecto me recordó que la verdadera educación va más allá de enseñar conocimientos académicos. Es enseñar a ver al otro, a entender sus necesidades y sentimientos, y a cultivar un ambiente donde todos se sientan aceptados. El Árbol de Inclusión se convirtió en un símbolo tangible de este esfuerzo colectivo. No es solo un ejercicio de clase, es una lección viva que se lleva consigo todos los días: el valor de la inclusión. Al verlos trabajar juntos, entendí que el aula no solo es un lugar de aprendizaje intelectual, sino un espacio de crecimiento humano, donde la verdadera magia sucede cuando aprendemos a abrazar nuestras diferencias y a apoyarnos unos a otros.



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